
«Tierra»
Soy cada una de las partículas que conforman el todo.
Me armo con piezas delicadas transformándome en una estructura sólida para que afirmes tus raíces, para que confíes en mí y crezcas.
Te acompaño incondicionalmente en tu proceso de crecimiento.
Sé que va a llegar el día en que nos separemos, por eso disfruto cada instante de nuestra comunión.
Cada pozo de ausencia lo lleno con las mejores flores de tu recuerdo.
Lloro tierra adentro, atravieso cada una de mis cortezas para renovarme.
Otras veces, oculto mis lágrimas entre la lluvia y no adviertes mi pena.
Otras veces, oculto mis lágrimas entre la lluvia y no adviertes mi pena.
Soy cada una de las partículas que conforman el todo; juego a desarmarme para viajar por el aire, y acercarme en una brisa cuando te extraño.
«Agua»
Soy la primera sensación, compañía y soledad primaria, flotando entre útero y futuro.
Condenada a la maldición de ser sustancia inasible que se fuga entre los dedos.
De voz mansa si me estanco, me convierto en espejo de luna inmóvil, ceguera de Narciso. Alma en pena tocada solamente por la frialdad de la piedra.
Caudal inmenso, soy líquido manantial: soledad de hielo, vapor y quimeras.
No tengo esquinas ni sombra, soy lágrima de todos los llantos. Sangre del planeta: dulce, salada o mineral.
Cuando me siento sola miro el cielo; él me enseña de distancias e imposibles, a ser lluvia de su tormenta de verano o agua-nieve erosionando pulpa de montaña.
Soy la espuma insolente que borra tus huellas en la playa; la tierna humedad de ese beso destinado a ser nuestro.
Condenada a la maldición de ser sustancia inasible que se fuga entre los dedos.
De voz mansa si me estanco, me convierto en espejo de luna inmóvil, ceguera de Narciso. Alma en pena tocada solamente por la frialdad de la piedra.
Caudal inmenso, soy líquido manantial: soledad de hielo, vapor y quimeras.
No tengo esquinas ni sombra, soy lágrima de todos los llantos. Sangre del planeta: dulce, salada o mineral.
Cuando me siento sola miro el cielo; él me enseña de distancias e imposibles, a ser lluvia de su tormenta de verano o agua-nieve erosionando pulpa de montaña.
Soy la espuma insolente que borra tus huellas en la playa; la tierna humedad de ese beso destinado a ser nuestro.
Soy aire que fluye, se mueve, delicado, etéreo y –sin contratiempos– transparente.
Pero soy, también, capaz de transformarme en Tifón y abrasar todo aquello que se oponga a mi calma. Puedo crear huracanes y toda clase de tempestades con un sólo batir de alas.
Aire inmensurable, incontenible y, por momentos, invisible. En otros, imprescindible.
No sabés que estoy ahí hasta que me necesitas; soy tu alivio cuando las presiones te asfixian.
No sabés que estoy ahí hasta que me necesitas; soy tu alivio cuando las presiones te asfixian.
Vital e inestable, inconsistente y omnipotente. Soy aire que inspira y aire que expira.
Soy aire sin frontera, trashumante, forastera en su tierra. Voy por muchos sitios y soy de ningún lugar.
Aire volátil, aire sin norma, no acepto las formas. Me adapto con facilidad si me encuentro contenida.
Ante el mínimo descuido me fugo por puertas o ventanas, por el menor intersticio o cualquiera de tus grietas.
Aire volátil, aire sin norma, no acepto las formas. Me adapto con facilidad si me encuentro contenida.
Ante el mínimo descuido me fugo por puertas o ventanas, por el menor intersticio o cualquiera de tus grietas.
«Fuego»
Soy fuego apasionado, arrollador e incontenible. De chispa a llamarada en un soplo.
Brillo intensamente como hoguera o me escondo tímida en el interior de unas ascuas.
Envuelvo a los amantes y sus cuerpos, mas quemo luego sus cartas para exorcizar el recuerdo.
Me oculto en unas manos, unas pieles, en la flama ígnea de algunos ojos.
Me oculto en unas manos, unas pieles, en la flama ígnea de algunos ojos.
Escribo con sombras, con humo y hollín; te dejo mis marcas, mis llagas.
Mi vocación es encenderte e iluminar; quemarte y marcar; darte calor y abrigo.
Me hago escombro o poema. Transformo. Destruyo. Incluso a veces me apago.
Y si ardo rápido, intenso y efímero, no temas; porque guardo en mí para siempre el polvo y las cenizas de cada infierno que arrasé.