jueves, 12 de enero de 2012

Positivo - Negativo

Cara
Dos latidos.
Dos almas que un día probaron todas las llaves de una puerta que había que cruzar para pisar descalzos un sueño de "casa con jardín" y amaneceres de luz y la sombra de nosotros en la tierra fértil; el amor hecho verbo, circunstancia y carne.
Tres latidos.
Al principio fueron los miedos, la incertidumbre, lo desconocido. Fue creciendo en sueños al compás de nochecitas de invierno y siestas perezosas bajo el sol tibio que entraba por la ventana.
Jugando a escribir historias con crayones sobre paredes recién pintadas, a dibujar personas con círculos y palitos. Esperanzas creciendo en la piel y escribiendo historias en el cuerpo.
Te supe antes de verte y me acariciaste por detrás del ombligo; sol creciente y brillante, las lunas eran mías fantaseando con tu pequeña fragilidad, con tu corazón viviendo en mi piel.
Procesos y cambios, rutinas alteradas. Dolores nuevos y sensaciones físicas extrañas. Algunos miedos y vacilaciones, pero todo palidecía ante la anticipación de disfrutarte, frágil y pequeño en mis brazos, apretando mi dedo con tus manos diminutas.
Tiempos extraños en un remolino de miedos y responsabilidad, ilusiones y esperanzas, hambre y sueño, mareo y náuseas para la dulce espera de tenerte, del lado de mi cuerpo donde se hacen posibles los abrazos.
Pocas incertidumbres opacaron la paz de esos nueve meses. Fuimos construyendo una pequeña intimidad de tres, susurrando sueños y proyectos, planeando futuros de todos colores. Sintiéndote crecer, moverte y estirarte; como mariposas en la panza, pero mejor.
Que se quede marcado en mi memoria para siempre el milagro de tu mano pequeña en mi cara, de tu boca mamando vida de mí.
Sos mis horas, la historia sin final pero feliz, una sonrisa indeleble, melodía que abraza, la calma de todas mis tormentas, mi instante más sublime, el más suave de mis éxitos.
Cada dolor, cada marca, cada estría, cada noche sin dormir y cada llanto cuentan una parte de nuestra historia.
Te has erigido como pilar y basamento, motivo de orgullos y temores. Quisiera protegerte y librar tus batallas pero me corresponde solo darte armas y alas, acompañarte mientras levantas vuelo.
El tiempo nos cambia paulatinamente, llegaste vos y me cambiaste de una vez y para siempre
Nadie va a echar raíces tan profundas, y sin ser una experiencia mística, llegaste a resignificar mi vida sin retorno.
Sé que emprenderás un día tu viaje, y yo me quedaré en el umbral guardando tus anécdotas, tu primera palabra, tus logros, orgullosa de haberte dado el equilibrio justo entre abrazo e impulso.

 

Cruz
A veces, cuando aturde el silencio, te asalta la curiosidad de saber cómo será tenerlos. Cuando esa vorágine te envuelve cuestionás si podrías adaptarlos a tanto caos organizado, a vivir al límite del tiempo.
Intentás saber cómo serías si no respondieras, sola y metódicamente, a pensarte satisfecha.
En un momento de tu vida te encontrás rodeada de mujeres que se sienten realizadas por la experiencia única de la maternidad. Hacés silencio, asentís, y te reservás opinar.
Los hijos, ese territorio ajeno.
Te preguntás si serías completa teniéndolos, sintiéndolos. Si lo serías evadiéndolos. Te asalta la duda, si esa sensación, transitoria o definitiva, de miembro amputado, de secuencia incumplida, de programa aplazado, es propia o aprendida.
No sé si es tan mágico, no sé si es imprescindible, ¿y si no lo fuera? Quizá mi amor se vería satisfecho con una pareja sin hijos.
No sé si quiero cambiar pañales, postergar mi vida dos o tres años, no sé si quiero ser la adulta que haga realidad tanta infancia jugando a dormir bebés.
Me cuesta proyectarme, observarme en acción ante esa actitud desconocida.
Quizá sea yo la que rompa con el molde ancestral.
Veo las panzas, escucho los llantos, huelo el desvelo. No encuentro mucho romance en todo aquello. Quizá la maternidad sea mucho más que eso y exija entrega que no simplemente se gesta.
Con tres décadas declaradas tengo que adivinar cuando llamar y visitar a las madres de mi entorno. Hablo de sexo entre gritos, llantos y raspones con olor a travesura; y algún sábado también accedo a ser niñera. Esos momentos donde a los ciclos vitales los ordena otro cuerpo; no importa si tenés hambre o sueño, ni siquiera si estás o no entera.
Aún sintiendo la alegría y la ternura que un niño te genera, no puedo evitar pensar si es posible hacer más ameno y certero el tránsito a la inmortalidad sin dejar en el camino todo aquello que no sólo disfrutás sino que también te define, o hacerlo sin pagar por eso tan alto precio.
Después de todo, ¿qué es un hijo sino un pedazo de eternidad en tus brazos?
Existe un tiempo, lo sé; espero llegar puntual al encuentro con la maternidad; sentirme pieza completa, saber que generé un mañana.
Puede que eso no suceda, y espero contar con un plan B que me haga eterna.

9 comentarios:

  1. Excelente, señoritas. Cara y Cruz, ambas visiones. Conceptos profundos y bellísimas letras. Besos a todas.

    ResponderEliminar
  2. "Quisiera protegerte y librar tus batallas pero me corresponde solo darte armas y alas, acompañarte mientras levantas vuelo. "

    "Después de todo, ¿qué es un hijo sino un pedazo de eternidad en tus brazos?"

    No sé cómo elogiarlo adecuadamente. Me dejan mudo. Excelente

    ResponderEliminar
  3. Gracias por leer. Hay mucho tiempo, ganas y expectativas puestos en estas líneas.

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno Chicas. Por esta cosas que comparten hoy es que nace mi admiración hacia la mujer, con ese super poder de poder dar vida y eternidad. Y compartirla con nosotros, hermosas palabras.

    ResponderEliminar
  5. No diré nada del nivel de escritura porque se de lo que son capaces.
    Conmovedor relato de conceptos paridos de lo màs profundo del alma.
    Asi lo siento yo.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  6. Gracias a ustedes cuatro por compartir lo que a muchos nos cuesta transmitir. Bien invertido sus tiempos…

    ResponderEliminar
  7. Dice José María Pemán: «Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino» Yo quiero hacérsela a la Sociedad y a mi naturaleza.
    Gracias por compartir éste desafío con Nosotras.
    Gracias a Mar, Noelle y Silvana, por ser parte de mi camino. Por hacerlo digno de compartirse y por las letras y los vinos que faltan.-
    Cl

    ResponderEliminar
  8. Mágicamente hermoso.
    Ha sido un placer.-

    ResponderEliminar
  9. Wow... increíble y hermoso.

    ResponderEliminar