jueves, 3 de mayo de 2012

Adiós a la infancia

Ese llamado fue el final de la infancia. Había pasado el mediodía de un diciembre intenso y habíamos trasnochado preparando el gran evento. Apenas podía entender las palabras de Sole entre sus lágrimas.

―Se suspende la fiesta. Leandro no irá.

Antes de su cumpleaños de 15, Soledad y Leandro se habían peleado demasiadas veces y ahora que el día por fin había llegado no podían fallar en la estadística. Pero todos sabemos que las crisis adolescentes tienen una magnitud diferente por eso fui a socorrerla de prisa.
En la casa de Soledad, a pesar de estar llena de gente, el aire hedía a ese vacío devastador que tiene lo definitivo. Porque quiso la imprudencia, la suya, la mía, la de todos (no importa eso ahora), que nuestra niñez se estrellara contra un árbol y todo aquello que debió ser una fiesta se transformó en una tormenta de ausencias.
En aquel jardín mis amigas vieron marchitar sus primeros amores y bajo su tierra yo enterré a tres de mis amigos y con ellos mi inocencia. 
Nunca más volví a un cementerio. Mucho menos a aquel donde jugábamos aprendiendo a ser solidarios y temerarios. Nunca más volví a recoger cadáveres de flores ni a limpiar culpas ajenas en tumbas que no me pertenecían. 

Así fue como aprendí a enfrentarme a la muerte sin grandilocuencia pero con certezas. Ya no le tengo miedo. Que venga a buscarme, que ya estoy grande y predispuesta.




















2 comentarios:

  1. No tengo palabras que puedan expresar lo mucho que me gustó este texto.

    Abrazo de princesa

    ResponderEliminar
  2. Hola Claire. Me atrapó tu texto. Me gusta la idea de poder reconocer el final de algo tan difuso como la infancia en un suceso tan abrupto como una llamada y me gusta la forma tan explicita y directa en la que lo narrás. Me encantó como comienza, allí está lo tangible del suceso y lo que hace querer seguir leyendo y seguir conociendo la historia tras la historia. Se me confunde un poco hacia el final el lenguaje metafórico y me pierdo yo en la historia, de todas maneras me gusta perderme y decir que no entiendo, tal vez dejarse atrapar lo inentendible es lo que mueve al narrador y con mueve al que como yo, lee desde este lado.

    Un beso
    Luciano

    ResponderEliminar