martes, 16 de octubre de 2012

Las mujeres de Aumsville

Por Martín



Para una mujer joven ese lugar era el infierno. Se contaban historias y se desoían advertencias pero nada se supo hasta que llegó, de casualidad, un periodista perdido. Y así la televisión, y sus luces y su escándalo contaron al país eso que todos en el pueblo sabían: Aumsville registraba el número de violaciones cada mil personas más alto del mundo.

El comisionado Chesterton era un viejo sabueso sin modales y sin miedos. En dos meses de exitosa labor limpió la ciudad de atacantes. Muchos terminaron en la cárcel. Los peores fueron borrados de la faz de la tierra sin siquiera un registro que pruebe que existieron. Las mujeres se sintieron a salvo por primera vez, pero en los ojos de los hombres los policías sólo hallaron odios y amenazas.

El gobierno estaba contento con el resultado y aliviado de que ese pueblo de mierda por fin haya salido de la escena de los medios. «Cuando nos vayamos va a empezar de nuevo» pensó Chesterton, «nada más hay que ver a esos tipos semianalfabetos y aislados afilándose los colmillos.» Supo que tenía que hacer algo por esa gente, incluso cuando implicaba destruirse a sí mismo.

Un día antes del fin de la misión
 una estudiante fue atacada al salir de clases. El departamento extendió la misión por tres meses más. Chesterton se emborrachó esa noche por primera vez desde que había enviudado.

Desde entonces y cada tres meses, una mujer joven es violada en Aumsville por desconocidos que nunca son identificados. Todos están de acuerdo en que, antes de que llegue el comisionado, nunca el pueblo había estado tan tranquilo.

1 comentario:

  1. Gracias Martín. Ojalá que para vos haya sido un placer,tanto como para mí leerte.
    Un abrazo.
    Sil

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