lunes, 27 de febrero de 2012

De pájaros y pasiones


 




Se cantaron poco, pero rápido, hermoso. Y el tiempo se les agotó de pronto.

El la quería desde su jaula estructurada con barrotes de prejuicios, dolores pasados y heridas jóvenes. Ella lo quería desde una jaula hecha con barrotes de seda china: flexible pero irrompible y perdurable. 
Ella volaba del nido algunas noches para llegarse hasta el suyo y cantarle un rato con su trino alegre y tierno. Cantaban a dúo, se miraban, se exploraban. Y se arrullaban entre cantos y poesía hecha carne hasta que despuntaba el día siguiente.

Cada amanecer fue una despedida. Y en cada despedida se fueron perdiendo las esperanzas, acaso también las ganas. 
De a poco él fue dejando de cantar para atraerla a su lado. Ya apenas si piaba. 
Sus jaulas y sus precarias libertades se transformaron en obstáculo y barrera. Se negó a dejar que ella penetre aún más sus estructuras. Plantó bandera de egoísmo para proteger su corazón.

A su manera quizás la amó. Pero ya con trinos no alcanzaba. El quería un pájaro que cantara y volara libre, y se permitió partir.
Se despidió desde lejos con apenas un batir de alas como quien está apurado por cambiar de aire y de cielo. Apremiado por olvidar.
Pero en un vuelo corto se posó no muy lejos y cada día ella puede oírlo gorjear desde otras ramas. Simplemente se pregunta si será feliz y si algunas veces la recuerda.
Vuelven ahora en forma de nostalgia las mismas notas; las trae el viento hasta su ventana.

Ella dejó de cantar. Algunas noches aún sale a volar para ejercitar las alas, a disfrutar el placer del vuelo, de la sensación de libertad, del azote del viento en el plumaje. Se quedó sin melodías, sin saberlo él se las llevó consigo. Hoy sólo le dedica sus silencios respetuosos a distancia.
Haciendo uso de su libre albedrío ha elegido no olvidar. Lo lleva en las alas y en el alma.

El tiempo se detuvo en jueves. Y ya no hubo más amaneceres afuera del nido con él.



5 comentarios:

  1. Paso a decirles que me encanta que estén haciendo esto entre las cuatro.

    De las jaulas sólo puedo decir que es casi inevitable que cada uno construya la suya, lo triste es cuando están hechas de miedos.

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    1. Los miedos deciden más que las personas en ocasiones. Supongo que cada cual arriesga hasta donde puede.
      Gracias por estar siempre.

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  2. Gracias Angus, por siempre acompañarnos.
    Los miedos construyen hombres y mujeres débiles hay que resistirse también a eso.-

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  3. Hola mujeres,
    Sospecho del silencio de ambas aves. Descreo del desarraigo en ramas lejanas pero visibles. Me arriesgaría a pensar, asi en silencio, que ambos cantantes (el y ella) no cultivan en el silencio la ausencia de un lenguaje sino mas bien la creación de uno nuevo. Metiendome un poco en la ornitología, uno puede encontrarse con dos tipos de pajarillos de acuerdo a la forma en que aprender a cantar, los hay aquellos que comienzan a trinar solitos, y los hay quienes son enseñados por sus padres. La ornitología no da cuenta de avecillas que, como las que ustedes bellamente relatan, aprendan un nuevo lenguaje en pareja. Creo que las avecillas (el y ella) aprendieron a suspirar sin sonido.
    Bonito relato, che...
    que siga esto, que crezca.
    Luciano

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    1. Curiosamente suele haber silencios llenos de palabras. Puede ser el caso, o no. Quién sabe. Yo de pájaros y ornitología no sé nada.
      Me gustó esa idea de hacerse uno en el silencio.
      Gracias por leer :)

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