jueves, 18 de octubre de 2012

La primera infidelidad

Pasó tres días eligiendo la ropa, los zapatos y el perfume que iba a usar ese día. Fue toda anticipación y adrenalina desde que la casualidad o tal vez, ¿por qué no?, la causalidad la reencontró con su exnovio de la secundaria.
Quiso la noche y sus misterios que se cruzaran en ese bar al que ella iba sábado por medio con sus amigas. Fue él quien la reconoció a pesar de estar tan distinta y se acercó con una sonrisa de genuina sorpresa.
Quién hubiera imaginado que aquel adolescente desgarbado y tímido se convertiría en este hombre alto, apuesto y de sonrisa perfecta que tenía frente a ella. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando él la abrazó y pudo sentir su perfume y la firmeza de sus brazos alrededor de la cintura. Tuvo un déja vù que la trasladó a esa época en la que eran menos adultos pero más despreocupados de las reacciones físicas y químicas.
Y de pronto, en un instante, ambos fueron conscientes de cada milímetro del cuerpo de uno en contacto el otro. Ella pudo sentir sus tetas aplastadas sobre el pecho ancho y duro de él, los vientres pegados, las entrepiernas demasiado cerca. Notó que él tampoco era indiferente a la cercanía física y se soltaron con torpeza. Hablaron un rato largo de sus vidas y sus circunstancias actuales.
Ella habló de su estable convivencia en pareja que ya llevaba varios años y sus planes en común. Él le contó de su soltería eterna, los viajes y sus ganas de abandonar por un tiempo la vida nómade. Entretanto se miraban, se exploraban midiéndose y descubriéndose. El tiempo los había cambiado y eran, de algún modo, dos extraños.
Las amigas de ella miraban a distancia prudencial riéndose y especulando.
Se despidieron a desgana pero acordaron verse pronto. Intercambiaron sus números telefónicos, un último abrazo formal y cada uno acabó la noche por separado.
Sin embargo en los días subsiguientes no pudo dejar de pensarlo. Se sentía un poco culpable. Varias veces despertó a mitad de la noche con la piel hormigueando ahí donde había estado en contacto con él. Sonreía a oscuras en la cama que compartía con su compañero de hastío .
Nunca antes se había planteado a sí misma la posibilidad de ser infiel, de fijarse en otro hombre y desear físicamente a alguien más. Hasta ese momento siempre pensó que estar con alguien, en pareja,  la mantenía al margen de ese tipo de tentaciones. Que tenía todo lo que una mujer necesitaba y que estaba completa.  De pronto la realidad la sorprendió de forma nada sutil considerando seriamente la fantasía de llegar compartir la intimidad con alguien más.
Una corriente de adrenalina la recorrió de pies a cabeza y le erizó la piel. Se imaginaba planeando excusas, pequeñas mentiras y alteraciones de la rutina y la agenda para programar un encuentro furtivo. Y lo más emocionante de todo era que había logrado transformar la incipiente culpa y el malestar en euforia y audacia.

Una mañana finalmente, él llamó. Le dijo que deseaba verla y sin pretextos agendaron hora, fecha y lugar.
No hicieron falta muchos eufemismos ni preámbulos. El deseo era denso y palpable, ambos lo sabían. La llevó a su casa y apenas hubo cerrado la puerta la tomó por las caderas y, apoyándola contra la pared, la levantó enredándole las piernas en su cintura. No dejaba de besarla mientas la desnudaba seguro y con manos urgentes.
Fue desenfrenado, intenso y casi desesperado. Una danza pagana de piel, sudor, uñas y dientes. No hubo palabras incómodas o torpes. No hubo preguntas ni respuestas forzadas.
Fue el primero de muchos jueves durante casi tres años. Esta nueva realidad la obligó a replantearse el concepto de amor y libertad, redefiniendo el respeto en base a la discreción.
 Fue su primer amante, la infidelidad que daría inicio a un camino de goce sin culpas. Pero no fue el último (si es que se lo preguntan).


7 comentarios:

  1. Noelle,
    Impecable el relato,
    muy bonito
    saludos
    Luciano

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  2. Tenías razón, Mente sexy, me ha encantado el relato, su ritmo es delicioso, la crudeza exacta y la prosa exquisita.

    Gracias por compartir.

    Renko.

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    1. Gracias a vos Renko por pasar, leer y tomarte el trabajo de contestar. Date por besuqueado ;)

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  3. Como siempre un placer leerte acá y en todas partes. Un abrazo enorme, Noni.
    (Rosario)

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