Ella encontró la vida allí
donde la llevó la muerte. Había llegado no sólo con las muñecas, sino también
con su infancia y esperanzas desangradas.
Quizás fueron las drogas o esas
personas que nunca imaginó conocer pero lo cierto es que la alegría perdida se
le fue inyectando para hacer de ella una heroína.
Era tan bonita y vulnerable
que el resto de los habitantes del loquero la fue adoptando, matando así a la huérfana
de afecto.
Jugaban como adolescentes con
los futbolistas retirados. Le escondía las insignias y desordenaba los libros
al huraño milico; le pintaba las uñas, los ojos y las arrugas a la vieja maestra y recitaba vidalas con el arruinado poeta.
Dejó la infidelidad de su
marido, la mentira de su familia y el peso de sus fracasos enterrados en los
jardines de aquel palacio donde descubrió que [a veces] la locura es una forma
concreta de salud.
Se despojo del traje de
señora, se desnudó de culpas, y se quitó la ropa en un mugroso baño una tarde
de abril.
Horrorizó
a sus padres, alarmó a los médicos, inquietó a los internos; ella enfrentó a sus monstruos riendo. Y pudo
darse el alta cuando se supo aferrada a la vida de una vez y para siempre, desde el vientre para adentro.-
Hola Claire, no tengo mas comentario que decir que no hay peor imaginacion que la que imagina lo que ya hay.
ResponderEliminarBuena (espero) imaginanación la suya.
salú,
L